lunes, 23 de agosto de 2010

Del Aneto al Monte Perdido (Extrem) pasando por el Posets. Parte 3 de 3.

Monte Perdido Extremo.
Tras tanto desnivel acumulado en las piernas durante el verano aun nos resta sumarle casi 8000 metros más en una jornada. Un grupo variado de Alcarreños nos damos cita en el Refugio de Pineta el 16 de agosto. Tras la cena se configuran dos partidas, Valentín, Roberto, Sandra, Raúl y Miguel apuramos el café en torno a las cinco menos diez y salimos con la idea de (salvo catástrofe o abandonos) regresar todos juntos. Manolo y Luis saldrán algo mas tarde con la intención de batir el record de 9 horas.
Las primeras horas pasan rápidamente y progresamos a buen ritmo. Al alba estamos ya sobre el Balcón de Pineta y los primeros rayos de sol se topan con el macizo de Monte Perdido. Esta hora es la mejor sin duda en la montaña, es un momento mágico que siempre me hace sentir algo especial.
Roberto cambia las pilas de su cámara mientras Raúl me explica detalles de las fijaciones de travesía y se ofrece a acompañarme en caso de que al final me decida a comprar equipo. Prosigue la marcha rodeando un precioso ibón y ascendiendo al paso de Tucarroya.
En el grupo se suceden las bromas y las risas. Después la bajada entre neveros de pronunciada pendiente se adereza con la caída de alguna piedra.
De nuevo subimos por lazadas en un pastizal y cruzamos otra brecha para ver el primer refugio de la ruta. Bajamos, sellamos los cuños, nos hacemos las fotos de rigor, nos tomamos un té y aderezamos nuestras botellas de agua con nuevas dosis de Isostar, keepgoing y geles. Cuando vamos a salir vemos llegar a Luis y a Manolo. Les decimos hasta luego y continuamos la ruta hacia Gavarnie. La bajada es larga pero la senda nos lleva cómodamente más o menos a la mitad del recorrido. Desde el fondo del circo contemplamos la fabulosa cascada, larguísima, que se precipita desde las altas cumbres. Alguien nos recuerda que debemos subir esas cumbres para cruzar la Brecha de Rolando de vuelta a España así que nos ponemos a ello por una subida que obliga a usar algo las manos pero que no reviste dificultad.
Cada uno sube a su ritmo pero nos vamos reagrupando continuamente y saludamos a Manolo y a Luis que han vuelto a aparecer. Seguimos subiendo con una larga disertación acerca de la hidratación con bebidas isotónicas, las dosis, los tiempos de toma, la alimentación con geles y barritas, los comprimidos con aminoácidos… Nos quedamos de piedra cuando de la mochila de Roberto aparece como por arte de magia una barra energética de cantimpalo de cerca de 500 gramos. Las carcajadas se oyen desde Pineta. Nos tomamos la subida con buen humor.
Llegamos al segundo Refugio y nos tomamos otro té. Luego ya nos ponemos a pisar nieve entre excursionistas para subir a la Brecha, y Valentín y yo frenamos en seco a una señora voluminosa que tras quedarse atorada en la huella de subida, ha decidido sentarse y convertir de manera involuntaria sus posaderas en un trineo.
Llegamos a la Brecha y pasamos a España. Nos las prometemos muy felices pero estamos a punto de cometer lo que luego denominaríamos “LA SARRIADA, VERSIÓN EXTENDIDA”.

La Sarriada versión extendida comienza cuando uno toma erróneamente el paso de los Sarrios, y consiste en prolongar un sufrimiento de manera innecesaria, transitando por lapiaces y roquedos abruptos con el agravante de que cuando estás metido hasta las trancas y barrancas en el itinerario, contemplas una sendita casi idílica sobre pastos unos centenares de metros mas abajo, que discurre en paralelo y que sabes que es la que deberías haber cogido, y que ya no puedes coger a menos que tengas alas. Vamos, que se te tuerce el aparejo.

En fin que al menos nos fue útil para ir repasando los distintos mecanismos de erosión calcárea y sus formas erosivas. Me agradó bastante ver disfrutar a Roberto con el paisaje, a ver si le vamos metiendo el gusanillo de la montaña. Nos pasamos de largo el tercer refugio, Goriz y ya puestos decidimos retroceder y añadir algo de desnivel bajando a sellar el papelito. En este punto Raúl, siguiendo la máxima de “no hay atroche sin derroche” decidió que prefería seguir hacia el collado de Añisclo y que nos iba pidiendo las cervezas para tomarnos el chorizo de Roberto. Así que en Goriz nos tomamos algo, echamos unos polvos (de isostar y keepgoing en las botellas de agua) y otra vez al camino.

El tramo hasta el collado es para mí el más bonito de la ruta. Cañón de Ordesa, Punta de las Olas, Cañón de Añisco…y la vista aérea del valle con canchales infinitos. La bajada se me hace más liviana de lo que pensaba pese a su dureza y llegando al refugio Valentín le pregunta a Sandra si estaríamos en condiciones de seguir 20 o 30 Km más con algún avituallamiento alterno mas sólido. Se han cumplido ya las quince horas, las sensaciones son muy buenas, la mecánica está razonablemente bien conservada, el espíritu está intacto. La respuesta es que si. Valentín nos invita a adentrarnos un poco más en el mundo de los trail de larga distancia. En ese momento nos sentimos capaces de todo. Valentín se adelanta a abrazar a su familia que le espera junto a Manolo y Luis, felices con sus once quince y también Raúl del que sabemos que llegó por una llamada de Ana. Nosotros caminamos junto a Roberto y con una amplia sonrisa accedemos a la explanada del Refugio de Pineta.
Enlaces con las crónicas de Roberto y de Luis:

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