En nuestra segunda jornada en el macizo de Ubiña decidimos realizar esta larga travesía circular en la que una buena visibilidad era muy importante para completar el recorrido sin perdidas, en un macizo poco visitado y con grandes desniveles y fuertes pendientes, en las que enriscarse puede suponer un grave peligro de caídas. El día prometía ser despejado, aunque la evolución del mismo nos puso en un compromiso que no imaginábamos una vez nos encaminamos valle abajo hacia Tuiza.
Ultima parte del cordal que deberíamos de transitar hoy. La foto está tomada el día anterior. |
Tras sobrepasar el pueblo y con la imponente Peña Ubiña siempre a nuestra espalda, comenzamos una larga subida hacia el primer collado, el del Viso, en el que un grupo preciosos caballos pastaba bajo la atenta mirada de un furtivo zorro que tampoco nos quitó ojo a nosotros mientras remontaba la ladera. Girando hacia el norte rodeamos una imponente peña tras la cual se encontraban las pendientes del Tapinón y Siegavala, larguísimas y regulares a las que Joaquín nos confesó que no quita ojo en invierno ya que son un paraíso para el esquí de montaña en este paraje.
Hasta el primer collado. Tuiza está oculto abajo tras la ladera. |
Tras seguir cambiando rumbo hacia el este y cuzar la collada del Trave dimos con las impresionantes espaldas de los gigantes antes mencionados, que consisten en unas espectaculares paredes verticales de caliza, horadadas por cuevas en las que no se hace difícil imaginar osos, y cuya base se adorna de extensísimos canchales de derrubios de ladera por los que transitamos nosotros, haciendo huir a decenas de corzos y rebecos a nuestro paso. La vista es impresionante ya que las lleras formadas por centenares de miles de piedras acaban en hoyas características del paisaje kárstico.
En esta zona perdemos una trazada clara y perdemos bastante tiempo remontando la cara noreste del Peña Llana, dando vista al Campanario del que me arrepiento no tener ninguna foto desde esa perspectiva que que su apariencia es la de un pequeño Dru.
Finalmente tras superar Peña Llana atravesamos Cheturbio, desde donde damos vista a Tuiza que parece una miniatura desde aquí. Remontando el valle del Retertorio alcanzamos el cordal que une el Fariñentu con el Prau del Albo. Ya hemos decidido no subir al primero, vamos con prisa ya que en cuestión de minutos vemos ascender la niebla por el valle, nos queda mucho recorrido y la bajada sin conocerla puede resultar peligrosa mientras que el retorno se hace ya muy pesado.
Tuiza Arriba y Tuiza Abajo. |
Cheturbio. |
El avance hacia el este se hace algo lento y viendo que la niebla se nos echa encima decidimos bajar unos cien metros para ver como evoluciona un empinado valle que sabemos que desemboca entre Tuiza y el Meicín. A mi no me gusta nada bajar a ciegas por laderas tan empinadas como esta, cubierta de una vegetación verde intenso agarrada a la pendiente. No es difícil que uno acabe colgado sobre un resalte de roca que haga imposible el descenso. Mis sospechas se confirman cuando la pendiente hacia abajo se pronuncia de tal manera que el descenso se hace peligroso ya que hay que “asomarse” para ver que se tiene más abajo.
Tras el sobre esfuerzo realizado para recuperar el cordal la niebla se nos viene definitivamente encima. Avanzamos flanqueando por el sur lo que suponemos que son las peñas cimeras del Alto de la Llera y Pico de la Palazana. No hay visibilidad hacia abajo y no encontramos por donde rodear el Pico del Canalón Oscuro, que a modo de gendarme nos impide cruzar a la Forqueta del Portillín, nuestra puerta de descenso. Por su norte y sur solo encontramos el vacio, paredes de roca y niebla. Bloqueados y en la niebla al menos creemos saber donde estamos y en este punto tenemos tendríamos hacia el sur una empinada bajada en la niebla que pensamos es el Canalón Oscuro.
No sin incertidumbre iniciamos el descenso hasta que comenzamos a ver trazas de sendas de vacas (he visto vacas en sitios muy complicados), que nos van confirmando por su aspecto que vamos muy bien. Finalmente dejamos la niebla para ver abajo el Refugio. Hemos elegido como alternativa el mejor sitio posible y vamos directos a un merecido descanso, físico y hoy también mental.